lunes, 6 de diciembre de 2010

MÉS CATALUNYA

Han  pasado algo más de siete días desde que escribí mi última entrada. Un nuevo viaje y las condiciones metereologicas del Aeropuerto de Charleroi en el día de ayer -felizmente no me afectó la "salvajada" de los controladores, por cuestión de horas- me ha impedido acudir antes a la cita con quienes seguís este blog. Por ello -y por las muchas cosas sucedidas desde entonces- puede que mi comentario quede ya un poco desfasado, pero no quiero dejar de hacerlo a pesar del tiempo trascurrido.Me refiero a las elecciones catalanas del  día 28.
Los resultados -más o menos- fueron los esperados. Ganó CiU, que quedó a dos pasos de la mayoría absoluta en el Parlament -lo que le permitirá gobernar a Arthur Mas con comodidad-, y se hundieron dos de los partidos del "tripartito" que ha venido gobernando Cataluña durante dos legislaturas. El tercer partido -Iniciativa/Verds -el equivalente a Izquierda Unida del resto de España- perdió también pero no llegó a hundirse en igual medida, aunque está muy lejos de representar lo que fue el PSUC.
El hundimiento del PSC -el hermano díscolo del PSOE- tiene diversas causas. No puede atribuirse exclusivamente a sus veleidades catalanistas y a lo mal que han sabido explicar los logros -que los ha habido- de ese "govern de progrés" que ha encabezado. Han pagado también las consecuencias de la crisis, por ser gobierno y hermado de quienes gobiernan España. Pero, a mi juicio, es indiscutible que el discurso catalanista del PSC, muy alejado de lo que piensa la mayoría de su base electoral, menos preocupada por el Estatut que por las cosas de comer, les ha pasado factura. Porque, además, los votantes catalanistas -que también los hay entre los socialistas- han preferido votar al original antes que la copia. Y entre los no catalanistas -entre los que también hay españolistas- ahora no sólo encuentran la opción PP sino también Ciudatans y el partido de Rosa, que parecen menos conservadores.
Lo del catalanismo del PSC viene de lejos. Viene desde que la Federación Catalana del PSOE, que aportó los votantes, se fusinó con los dos partidos socialistas catalanes, que aportaron unos dirigentes perfectamente intercambiables con los de Convergencia. Proceden de la burguesia ilustrada catalana, cuando no a las grandes familias, como Maragall. Algunos, incluso, compartían despacho profesional cuando llegó la democracia, como ocurría con Narcis Serra -primer alcalde socialista de Barcelona y luego Ministro de Felipe- y Miquel Roca -cabeza de lista de Convergencia en las elecciones al Congreso y Portavoz de CiU en Madrid. Luego, es verdad, el PSC ha reclutado algunos "charnegos" para su "dirigencia" -como diría un latinoamericano-, como el President Montilla o la Ministro Chacón, pero ya se sabe que, a veces, los inmigrantes e hijos de inmigrantes acaban siendo más "autóctonos" (nacionalistas) que los del lugar (basta recordar los apellidos de muchos etarras y batasunos), para hacerse perdonar sus origenes. Cualquiera que conociera minimamente a Maragall sabía que el Estatut que impulsara sería el que fue, y que ni ZP ni el PSOE podría apoyar en las Cortes sin grandes "rebajas" de soberanismo confederal, como ocurríó. Y sólo faltaba que el Constitucional acabara pronunciando la sentencia que elaboró, llena de recordatorios "españolistas" sobre "la indisoluble unidad  de la Nación Española". La frustración estaba servida, como el "no nos quieren" o el "nosotros pagamos más", con lo que aunque aún no sean mayoría los independentistas, en estos años el PSC -con el apoyo inestimable del Tribunal Constitucional- ha sembrado catalanismo como el que reflejaba la manifestación contra la sentencia, con cientos de banderas con la estrella solitaria, al tiempo que se les tildaba de traidores y sucursalistas por no haber logrado llevar a buen puerto aquel proyecto inicial, que no dejaba de ser una "maragallada" más. Y, como antes decia, al final la gente prefiere el original a la copia, el Président burgués y catalán de pura cepa, a un  Président natural de Cordoba, sin estudios superiores, que tenía -ahora algo menos- dificultades para expresarse correctamente en la lengua "propia" de la Comunidad Autónoma que gobierna.
Y los "otros catalanes", los que habitan las grandes poblaciones cercanas a Barcelona y hablan castellano en sus casas, que por razones de clase  social suelen permanecer fieles al voto socialista, es probable que esta vez, por la crisis o porque en ellos haya calado también el mensaje de que sus impuestos se podrían emplear mejor en el lugar donde viven que en sus lugares de origen, se hayan quedado en casa o incluso hayan votado a otros.
Lo ocurrido a los republicanos de ERC se explica, sobre todo, porque ese partido, asambleario, con sus luchas internas, ha terminado siendo una olla de grillos. Porque el independentismo no ha perdido posiciones con lo ocurrido estos años, sino que las ha ganado. Pero muchos votantes de Ezquerra Republicana, que llegaron a este partido con la demonialización que Aznar hizo de esa "excursión a Perpiñán" de Carod Rovira, para entrevistarse con unos etarras, esta vez han preferido pasarse a las filas del nuevo partido de Laporta o a las de una Convergencia cada vez más soberanista. Arthur Mas no es Pujol.  CiU puede llevarles a la meta deseada del independentismo a través de la busqueda de un encaje confederal en el Estado que es ahora el objetivo confeso de los convergentes, una vez abandonada la via de un Estatut mejor que el de los otros pueblos de España.
 Aunque, de momento, la crisis obligará a aplazar algunas reivindicaciones, como la de un Concierto como el de La Navarra Foral o las Diputaciones Vascas, la "lluvia fina" del "soberanismo" seguirá calando en la sociedad catalana con esa clara nueva mayoría en el Parlament y un gobierno presidido por quien no duda en confesarse "soberanista". Las elecciones nos han traído "Més Catalunya", lo que no sería malo si ello no significase "Menos España", en la medida en que segurá aumentando el número de quienes se sienten "només  catalá"  o "més/más catalá/catalán que espanyol/español" respecto a quienes piensan que son igualmente catalanes que españoles. 
De las elecciones no quiero dejar de apuntar otro fenomeno alarmante. Aparte de la deriva racista del PP, con su famoso videojuego de Alicia sobre una gaviota, lanzando bombillas contra los inmigrantes ilegales, y sus propuestas de "contrato para los inmigrantes" y ese querer echar a cuantos estén en el paro, el partido xenófobo de Anglada -un ex de Fuerza Nueva- ha estado a punto de entrar en el Parlamento de Cataluña. En algunas circunscripciones ha superado el 3% de los votos y casí ha llegado a los cien mil votantes en Cataluña; una cifra que hasta ahora las formaciones de ultraderecha, todas juntas, no solían alcanzar en toda España. Aquí está a punto de reproducirse el mismo fenomeno que en Holanda o Suecia, aunque aquí, como ocurre en Suiza, el partido conservador (el PP) ha sabido albergar también a los "ultras" y pretende, con ese giro que antes comentaba, seguir albergándolos, haciendo se sientan cómodos con un discurso cada vez más derechista y menos "centrado". Es otra mala noticia.

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