lunes, 7 de marzo de 2011

¿OCURRENCIAS?

Esta semana, en la que vuelvo a mi cita habitual, tengo que referirme, naturalmente, a las ultimas medidas del Gobierno; esas que han merecido, por parte del principal partido de la Oposición, el calificativo que, entre interrogantes, encabeza esta entrada. ¿Son, de verdad, ocurrencias, improvisaciones, carentes de sentido? O, más bien, ¿son medidas, posiblemente insuficientes, pero necesarias, aunque no gusten?. En este caso, los dirigentes del PP estarían haciendo un nuevo ejercicio de "a todo, no", escasamente responsable.
Comenzare aclarando que soy critico con la política -o, mas bien, no política- del Gobierno en materia energética. Apostar por las denominadas energías renovables, como se ha hecho, está bien,....siempre que esa apuesta no hubiera ido tan lejos. Los incentivos de las primas a las energías renovables nos han conducido a tener un parque de generación eólica que, cuando arrecian los vientos, hay que desconectarle de la red para que el sistema no salte, toda vez que la falta de interconexiones bastantes a través de los Pirineos impide que se pueda exportar la energía eléctrica sobrante en un determinado momento. Además, se ha sido tan generoso con las primas que éstas pesan en exceso sobre el conjunto de los costes de generación del sistema, encareciendo sobremanera la factura a pagar por los usuarios. En el caso de las primas a los famosos "huertos solares" nos hemos pasado bastante mas que un "pelin" dando origen a una potencia instalada diez veces superior a la prevista, con un impacto sobre la tarifa que ha obligado a rectificar, para que no sigan instalandose mas huertos que produzcan kilovatios a un coste diez veces mayor que los generados en una central térmica de ciclo combinado,...y no digamos en una central nuclear.
 El "no" a las nucleares es un "tic" de las izquierdas que aun perdura entre personas, como Zapatero, con fuertes convicciones ideológicas, que no han sido capaces de cambiar ese "chip" de la segunda mitad de
los años setenta cuando éramos muchos los que aquí, como en otros lugares -incluida Francia-, nos poníamos esas chapas en las que un simpático sol estaba rodeado por la leyenda "¿nuclear?No, gracias". Aun,probablemente, seguíamos vinculando la generación de energía eléctrica en centrales nucleares al desarrollo de las armas nucleares y la confrontación entre bloques que amenazaba con destruir el Planeta. O bien sentíamos tanta simpatía por "lo verde" que no nos dábamos cuenta de sus costes y limitaciones. Y las energías -o, mas bien, las distintas técnicas de generación- no son, en si mismas, ni de "derechas" ni de " izquierdas". En realidad, en un sistema capitalista, son los mismos los que explotan, -y sacan beneficios - las centrales nucleares - salvo cuando, como en Francia, hay un monopolio en manos de una empresa publica-, las térmicas convencionales, los saltos de agua utilizados para generar electricidad,...o los "molinillos". Los primeros beneficiarios del aumento excesivo de nuestro parque de generación eólico han sido,mas o menos, los mismos grupos industriales y financieros que los que auspiciaron el plan energético nacional del 78,que dio origen a un exceso de capacidad instalada de carácter nuclear que el entonces Ministro, Solchaga, tuvo que recortar, con la famosa "moratoria", cuyo coste aun seguimos pagando.
Pero es que ese, además, no es el problema ahora. De los siete años de gobierno de Zapatero puede criticarse esa apuesta excesiva por las energías alternativas, cuyas primas pesan sobre los costes del sistema y, por consiguiente, en las tarifas, pero, aunque no hubiera habido ese prejuicio ideológico por lo nuclear, seguiriamos con un "mix" de generacion no menos dependiente del petróleo que el actual, pues en ese plazo no hubiera sido posible construir ninguna nueva central nuclear y la única decisión negativa respecto a la particacion de las térmicas nucleares en ese "mix" -la negativa a ampliar la vida de la Central de Garoña, de acuerdo con el dictamen del Consejo de Seguridad Nuclear- aun no ha tenido efecto alguno, pues aun no ha cerrado (se amplió hasta el 2013 la vida util de la planta, con una decisión gubernamental salomónica, no posicionandose ni con los "verdes", que pedían el cierre este año, al finalizar la vida util inicialmente autorizada, ni con Junta de Seguridad Nuclear, que entiende puede alargarse aún más esa vida util).
En materia de ahorro es cierto que deberían haberse tomado algunas medidas antes, pero no son los Populares los que se encuentran en una posición de criticar, cuando el gobierno Aznar no tomó ninguna; si bien la inacción de unos no justifica la de los otros. Pero, al menos, admitase que cuando se adoptan algunas medidas, por escasas que sean, no deban criticarse. Deberían proponerse otras más, pero no calificar de ocurrencias unas medidas como las adoptadas,-que forman parte de las recomendaciones habituales de la Agencia Internacional de la Energía, como esa reducción de la velocidad maxima en las autopistas y autovias que es la que ha producido mayor rechazo.¿Habría, acaso, que haber aumentado la presión fiscal sobre los carburantes, encareciendolos aun más, para provocar una reducción del consumo? ¿No hubiera sido aún mayor el rechazo social? Y ello, además, hubiera tenido una repercusión sobre los precios muy poco recomendable.¿Que otra medida, pues, para favorecer la reducción de nuestra factura petrolífera?¿Puede, por tanto, hablarse de ocurrencia? Y lo de favorecer el transporte publico¿Es otra ocurrencia?
Seamos serios. Hay razones sobradas para criticar al actual gobierno, pero la Oposocion debería hacer algo distinto a limitarse a rechazar todo cuanto aquel ponga en marcha.
Como ponen de manifiesto las encuestas, aunque el PP sube en expectativas de voto, ello no significa que genere más confianza que el gobernante PSOE. Y no hablemos de los respectivos dirigentes. Y ahí radica nuestro problema. Difícilmente en estas circunstancias se puede generar el clima de confianza necesario para salir de la crisis, cuyas perspectivas, lamentablemente, ensombrecen ahora la nueva escalada de los precios del barril, ante la cual algo hay que hacer, aunque moleste ir a 110 en lugar de a 120.

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